Fotos perfectas para una boda en Holanda

Después de unas vacaciones blogueras y reales también, en las que pude disfrutar de mi Asturias Patria Querida, retomo la actividad para enseñaros las fotografías de una boda que me enamoró desde la primera vez que la vi, porque no exagero si digo que pocas veces unas fotografías de boda han mostrado tanta belleza auténtica.

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Como en otras ocasiones, hoy os traigo inspiración internacional, con una boda celebrada en el campo en Holanda. Lógicamente de allí son casi todos los proveedores, por lo que nos pillan un poco lejos, pero sí puedo deciros, por si estáis interesaadas, que el vestido de novia es de Jenny Packham y las maravillosas fotografías de Alice Mahran.

Los novios, Jeroen y Annika, además de guapísimos, demuestran tener estilazo y personalidad en su boda sencilla pero cargada de detalles, en la que toda la decoración corrió cargo de ellosmismos ayudados por su familia y amigos.

Cono os decía al principio, las fotos hablan por sí solas y no sabría deciros si me gustan más los looks de los novios, sus miradas, las flores, la cena al aire libre, la ceremonia, las fotografías de la pareja, de la novia, en color, en blanco y negro (¡todas!)… en fin, que me encanta y se ha convertido en una de mis bodas favoritas de 2015, sin duda alguna.

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Todas las fotografías son de Alice Mahran, vía The Lane.

La boda de María y Héctor

Hoy os traigo una boda que me hace especial ilusión publicar, porque María me escribió para contarme de primera mano todos los detalles de su día, lo cual le agradezco enormemente:
«Hector y yo somos del mismo pueblo, por lo que nos conocemos de toda la vida. Nuestra relación la comenzamos una nochevieja (dábamos la bienvenida al 1999) y después de 16 años maravillosos decidimos dar el paso. ¡Casi nada!
Decidimos celebrarlo por todo lo alto junto con todos nuestros familiares y amigos, con un total de 300 invitados.
Lo primero que tuvimos claro fue el lugar de celebración, teníamos muy claro que lo queríamos celebrar en la ciudad de León donde ambos estudiamos y donde compartimos muchos años de buenos recuerdos y no podía ser en un sitio mejor que el Parador San Marcos que tiene un encanto especial.«
Así comenzó a contarme su historia María, una novia guapísima que,  estaba ideal con un vestido precioso de Beba’s Closet con falda brocada y espalda de infarto que terminaba en un bordado en pedrería maravilloso. Para centrar la atención en esa espalda y la aplicación del vestido, se decidió por un recogido bajo sin más adorno que un delicado velo, prestado por su prima y modificado al gusto de María en el taller de Beba’s Closet.
Para complementar su look nupcial, María se decantó sin dudarlo por unos fantásticos Jimmy Choo en color nude, su anillo de pedida de oro blanco y brillantes como los pendientes, regalo de sus padres, y un ramo silvestre de Mamen Sabadell Floristería.
De peinarla se encargó Silvia, su peluquera de toda la vida y en la que tenía plena confianza, y del maquillaje, Sandra Palomar.
Sobra decir que me parece que María estaba elegante y preciosa.
El novio confió en Hackett para su traje, corbata y gemelos, con camisa a medida de Jade Madrid y zapatos, también personalizados, de Glent Shoes.
Las niñas de arras estaban también ideales con vestiditos de Neck&Neck, alpargatas y tocados de flores que también les preparó Mamen Sabadell Floristería.
«De la decoración de la iglesia, nos encargamos nosotros personalmente con ayuda de unos amigos y los detalles que nos hizo Vanesa de Frufrú: saquitos de arroz, pañuelos personalizados para lagrimas de felicidad, etc… Y un detalle muy especial: el saxofón del padre de mi gran amigo manolo, que falleció hace un par de años, y que significa mucho para mi amigo.«
Para el reportaje fotográfico, confiaron en Gus Geijo, fotógrafo de León, quien les puso en contacto con Alejandro de Al rojo Productora, que se encargó del vídeo.
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¡Desde aquí deseamos a los novios toda la felicidad del mundo!

8 de septiembre de 2015

Martes 8 de septiembre de 2015, Día de Asturias, Palacio de Rubianes.

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Un Palacio, que esconde el hotel más bonito del mundo, en un valle espectacular, en el mejor día del verano en el Paraíso.
Ilusión, ganas de disfrutar y gente (mi gente) poniéndose sus mejores galas.
Flores a tutiplén, unas letras de cartón hechas con cariño, un bastidor bordado a mano por la abuela de la novia; un concejal descamisado, perdiendo los papeles y con resaca.
Un vestido sencillo para mi boda rural sin complicaciones. Un tocado de flores de porcelana y el ramo más bonito del mundo.
Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul.
Un novio de anuncio, una madrina impecable que vale oro, un padrino guapo con ganas que es un orgullo; una madre de la novia preciosa y emocionada, un suegro de lujo que dijo lo que tenía que decir, una cuñada guapísima y generosa; una abuela más joven que cualquiera, un cuñado elegante y muy querido, unos padrinos que no buscaron excusas.
Una hermana preciosa que vale más que todos los palacios del mundo y que nos regaló las palabras, las imágenes, la música, los recuerdos. Mi otra mitad. A la que lamentablemente retiraré el saludo por ir más guapa que la novia.
Una Cachorrina que es el amor de la vida de los presentes y que recorre el palacio en pañales, y lanza cojines, y se esconde tras los visillos, y ríe, y patalea, y nos lanza sus bailarinas con lacito a la cara.
Un fotógrafo que es testigo de la emoción de los padres, los nervios de la novia, la lucha de la Cachorrina, la alergia del novio a las fotos, las miradas, los abrazos, los brindis, las alianzas, los preparativos, los besos, un paseo con el Cangués y la Cachorrina remungando, cada uno por lo suyo.
Una maquilladora y una peluquera muy madrugadoras, profesionales y encantadoras. Un gustazo.
Unos trabajadores del Palacio cuidando de cada detalle para que todo saliera bien y que trataron nuestra boda pequeña con el mismo saber hacer que la boda más grande del mundo. No hay palabras.
Una Cachorrina que, por fin, estaba preciosa con su vestido de plumetti y encaje, con su cinturón y su minitocado de flores secas.
Botellas de sidra, jamón del bueno, banderas de Asturias y el sonido de la gaita, el acordeón y el tambor de quienes no quisieron que nos faltara la banda sonora perfecta. Grandes.
Unos sobres con sentimientos de corazón, regalos que no podían hacer justicia a quienes los recibieron; solomillo y hortensias rosas en la mesa presidencial, que era la de todos.
Un ordenador con música, un DJ que éramos todos; Sólo te pido, sólo te pido que me hagas la vida agradable y que Todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel.
Un vals con el mejor padre del mundo, unos segundos para recordar lo que hubiera dado por bailar aunque fuera unos compases con mi abuelo, un pasodoble (y los que nos quedan) con el hombre de mi vida, los mejores bailes con mi cachorrina como «pinsesassshhh».
Unas concuñadas con una idea, muchos cómplices, un «quietos ahí, no os mováis». «Bieeenveeenidos»… «Daros la vuelta». Y ahí, sin mas: el mejor regalo del mundo. La familia que se escoge. Porque hay amigos y AMIGOS, y los que allí estaban para sorprendernos y emocionarnos no tienen precio y nos tendrán toda la vida (los que estaban de cuerpo presente y los que estaban de corazón porque no hubo otra manera, lo sabemos).
Dos vídeos para la posteridad: uno de momentos felices, que nos sacaron sonrisas y lágrimas; y otro de dos amigos que deseaban «encacharrarse» con el novio y, como no pudo ser, se encacharraron solos. Deliciosamente desastroso. Sorprendentemente… perfecto.
Familiares que decidieron acompañarnos aunque fuera un ratito y que lo dieron todo en la pista de baile. Que nunca nos fallan.
Una mesa gigante para la cena, barra libre, la madre de la novia pidiéndose un gin tonic (lo never seen before), ojos cerrados para pedir un deseo, unas lámparas rojas que iluminaron el valle del Sueve. Miedo real a que nos detuviera el SEPRONA.
Un final de fiesta de prao… abrazados, cantando con el corazón en la garganta… Asturias si yo pudiera, si yo supiera cantarte…
Ni en mis mejores sueños.
GRACIAS. GRACIAS. GRACIAS.
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Un vestido muy especial

Como ya comenté en un post, mi madre se casó con un vestido precioso de gasa, con mucha caída y una capa maravillosa sobre los hombros, que hacía las funciones de velo y cola, todo en uno. Sencillo y elegante y que, además, le sentaba como un guante. Por eso, -si no fuera porque tras la boda decidió arreglarlo para sacarle partido y cortarlo a la altura de la rodilla, haciéndose una chaqueta a juego-, no me hubiera importado en absoluto reutilizarlo para mi boda.

Así que cuando vi a esta novia ir preciosa llevando el vestido de su madre, con su historia y la carga emocional tan bonita que ello conlleva, no dudé en que quería compartirla en el blog. Y es que si el vestido de tu madre es taaaan bonito como el de la madre de Patricia… ¿quién se resiste a llevarlo?

El vestido estaba realizado en organza de seda natural con detalles bordados que lo hacían muy especial y un estilizador fajín que le daba ese aire vintage maravilloso. La novia, que no podía estar más guapa, completó su look con una corona de flores naturales y un velo sencillo de tul de seda, que resultaron ser el acompañamiento perfecto para su vestido.

No sé a vosotr@s, pero a mí esta novia con el vestido de su madre ¡me ha encantado!

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Todas las imágenes son de Lucía Romero fotografía, vía Zankyou Bodas.

Un poco de mí y un poco de novias que no son princesa

Lo cierto es que no me está resultando tan sencillo como pensaba, escribir un blog sobre bodas y a la vez dedicarme a organizar la mía, porque una tiene ganas de enseñar aquello que la deja con la boca abierta porque es monisitez absoluta: las novias más estilosas, las flores que la hacen morir de amor o los lugares más espectaculares para dar el sí quiero; pero resulta que, a su vez, no quiere dar pistas de lo que será su propia boda o vestido de novia, ni cuál su ramo, su peinado o sus invitaciones. Ni si pondrá brezo, hortensias o lilas en los centros de mesa, o si llevará zapatos clásicos blancos o se lanzará a la tendencia del color asomando bajo el vestido…

Y en esta tesitura se encuentra servidora, en un ni sí ni no ni todo lo contrario bodil, porque no quiero publicar nada que realmente refleje lo que será mi día B, pero quiero publicar sólo aquello que me guste mucho, mucho.

Total, que aprovecho para explicar en este post por qué parece que me hago la remolona para actualizar y para, de paso, romper una lanza en favor de la novia que hace lo que le sale de la punta del ramo.

Digo ésto porque soy asidua de blogs de bodas y novias, en las que blogueras estupendas y con un gusto maravilloso, publican imágenes preciosas de novias que han enviado sus fotos con toda la ilusión, tras dedicar muchos meses y mucho trabajo y esfuerzo a que su día fuera el soñado por ella y su chico, y un éxito para sus invitados.

Y tras ver las preciosas imágenes que tantas emociones positivas transmiten, una se queda Frozen en el sitio al leer los comentarios negativos de personas que piensan que una novia sólo es la que se casa en la nave central de una catedral con vestido sobrio, de manga larga, pelo recogido y velada, y que todas las que no van así no merecen ni un poco de respeto. Que a mí me entra una pena terrible y más de una vez me dan ganas de meter baza y sugerir que vayan a que el Mago de Oz les consiga un corazón.

Creo que todas las opiniones son válidas y que cada uno es libre de expresarlas, pero creo que hay que hablar siempre desde el respeto y poniéndose en la piel de quién va a recibir la crítica destructiva.

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No todas las novias tienen que ser Grace Kelly, ni falta que les hace…

Personalmente, pienso que las novias regias y clásicas pueden ser un primor, pero también he visto algunas que no estaban nada favorecidas. Y sin embargo he visto novias de melena al viento y vestido de tirantes (de fiesta, que dirían algunas) que me han dejado maravillada con su estilazo, y otras que no tanto.

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De hecho, creo firmemente que lo único realmente importante para una novia es no disfrazarse y ser fiel a sí misma. Sentirse cómoda y más guapa que nunca y mirarse al espejo  y que le dan ganas de comerse a besos de mona que va… Y debo decir que ésto me lo suelen transmitir más las novias más informales y desenfadadas, que las clásicas (y mira que me gusta a mí un velo bonito, oiga).

Así que en este nuestro blog, siempre habrá novias preciosas, sean del estilo que sean y que nos servirán de inspiración a muchas de nosotras, y dará igual el largo de la manga o si llevan trenza o moño de bailarina, tiara de infanta o corona de flores naturales, y si se casan en Los Jerónimos o descalzas en un acantilado…

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Y entre tanto, puedo adelantar que no me caso en una catedral, así que yo tampoco seré Grace Kelly…

Imágenes vía Querida Valentina y Pinterest.

Prometo serte fiel

Ya falta menos. Dentro de unos cuantos meses será nuestro día: el de mi chico, resignado a casarse con una pesada loca por las bodas, y el mío, que llevo soñando con ello toda mi vida.

Siempre quise casarme, bueno, no sólo casarme: encontrar al hombre de mi vida y celebrar por todo lo alto con él que queríamos compartir nuestra vida juntos. Reunir a todos nuestros seres queridos, familia y amigos, para brindar, reír, comer, bailar y disfrutar, y por supuesto, vestirme de blanco y recorrer el pasillo del brazo de mi padre, y ver a mi madre y a mi hermana preciosas, y bailar el vals con mi abuelo y agradecer uno a uno a todos los invitados que formen parte de nuestras vidas, y que mi bebé nos lleve los anillos con su coronita de flores y que mi tierrina asturiana fuera testigo de ello.

Pero cuando encontré al hombre de mi vida, resultó ser la persona en el mundo que más odia las bodas, el que siempre las critica, el que siempre dijo que él nunca se casaría o que si lo hacía sería los dos solos, echando una firma en un juzgado (madre del amor, y yo soñando con un fiestón hasta las tantas, una larga cola y nuestra peque con un vestido de tul y una coronita de flores); pero también resultó, que por una de esas maravillas que tiene la vida, me quiere, -aunque me consta que también lo hace por «no aguantarme», o precisamente, por eso, porque me aguanta-, y ahora me va a regalar el que espero sea el mejor día de nuestras vidas.

Así que en este blog quiero compartir toda mi fascinación por el mundo de las bodas, las cosas que voy descubriendo con la organización de la mía y la inspiración que encuentre para celebrarla.

Pero para ello prometo serle fiel y respetar su espacio, su esfuerzo y sus gustos en la boda.

Y prometo también ser fiel en este blog a lo que a mí me gusta, me inspira y me encanta.

¡Empezamos!